domingo, 23 de noviembre de 2008

Encuentros

Desde que estoy aquí tengo la impresión de que el porcentaje de gente rara con la que me encuentro por la calle es mucho mayor de lo que era en Barcelona. Tiendo a pensar que se debe a que uno está más alerta por encontrarse en un sitio desconocido, y se fija más en todo. Vamos, que normalmente considero que allí había la misma cantidad de gente hablando sola, haciendo eses al andar o parándose de cara a una pared para mirarla fijamente, solo que yo no me daba cuenta. Pero estoy empezando a creer que no puede ser solo eso, porque hay ciertas cosas que, por confiada que ande yo por Barcelona, habría notado.

Me siento a las nueve de la mañana en el metro. Mirando al trozo de suelo que me ha tocado delante, veo unos zapatos de mujer, un poco viejos y un poco sucios. También un trozo de piernas y el principio de un abrigo. Levanto la vista y aparece un enorme abrigo de visón, de los que solo había visto en películas. Sigo subiendo y cuál es mi sorpresa al descubrir que la cabeza de la persona portadora del abrigo también es de película: de Braveheart, concretamente. Un hombre con el pelo largo, ondulado, sucio, con barba de días, sin maquillar y probablemente sin duchar.

No sé..., uno está preparado para encontrarse un travesti, pero no un hombre de las cavernas con un abrigo de bisón. Yo juraría que en Barcelona no había cazadores de mamuts en el metro a las nueve de la mañana.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Y no te dio miedo seguir sentado con el cazador de mammuts ese????:)

Vix dijo...

Bueno, eran solo dos paradas, así que me limité a hacer lo posible por no mirarle a los ojos. Nunca se sabe qué pasa por la cabeza de un hombre de las cavernas.