martes, 16 de septiembre de 2008

La vida del Otro

Hola a todos, soy El Otro, (¡salud, Españoles!) y hoy escribiré esta entrada por dos motivos. El segundo es porque Vito, abrumada por el éxito de este blog y por los mensajes de apremio para escribir con más frecuencia, ha decidido incorporarme a la plantilla. El primero es porque uno de vosotros se ha interesado por mí. Así que lo voy a contar. La entrada va ser algo más técnica de lo habitual, aunque prometo no hablar sobre cables. A cambio pondré las eñes.

El día 1, justo antes de venir a Múnich, encontré pegada a una farola una petición desesperada de ayuda que decía en letras grandes, gruesas y negras como un Pollo: "Necesito un aplicativo". Más abajo se extendía: necesitaba que alguien le hiciese un programa para extraer datos de listados de empresas y guardarlos en Excel sin dejarse los dedos y la vida copiando y pegando. Se despedía dejando un teléfono y la promesa de pagar si se resolvía su problema. Conmovido por la llamada sincera de auxilio, llamé y conseguí el trabajillo.

Se trata de hacer algo en que, con una página web abierta, uno clique en los campos que le interesan y el programa recuerde la estructura de la página y los campos seleccionados. Entonces se le pasa una lista de páginas y él solo las va abriendo y guardando los datos en una tabla de Excel. Al final te queda una tabla con el nombre, la dirección, el e-mail, etc. de cada empresa. Más tarde, cuando fueron concretando, me di cuenta de que se dedicaban al noble arte del SPAM.

Al día siguiente llegué a Múnich y me puse manos a la obra. Pensé en hacerlo como extensión del navegador Firefox. Las extensiones son añadidos a Firefox que la gente programa y añaden funcionalidades nuevas. Por ejemplo yo tengo una para que si hago doble click en una palabra me abra una pestaña con el resultado de buscarla en un diccionario de alemán. El principal problema que me encontré para hacer una aplicación para internet que pasase datos a Excel es que no tengo ni internet ni Excel. Al día siguiente vino Vito quejándose de que trabaja todo el día en Excel. Dios le da pan al que no tiene dientes.

Así que con una mano en cada huevo me fui a mi cibercafé de confianza con un pen drive de 128 megas y me bajé lo que encontré sobre cómo hacer extensiones de Firefox, unas cuantas ya hechas para ver cómo las habían parido y algunas páginas web de ejemplo para probarlo. Encontré una extensión similar (en lugar de guardar los campos que te interesan recuerda donde están para no mostrarlos más, y así ahorrarte el spam) y me puse a modificarla. Es decir, que acabé adaptando una herramienta para combatir el spam a sueldo de un spammer.

Cuando uno está programando, a cada poco va probando el resultado. Metes una cosilla nueva, guardas y lo pruebas a ver si funciona. Cuanto menos lo pruebas, menos seguro estás de donde la has cagado en el trozo nuevo que has hecho. Yo hago esto de forma compulsiva, a lo mejor una vez cada minuto. Pero claro, cuando es una aplicación de internet hay que probarla en internet. Y cuando no sabes cómo funciona algo más allá del pequeño manual del pendrive, lo buscas en... internet. Al parecer nadie ha pensado que quieras hacer extensiones de Firefox sin internet, así que todo son webs.

El cliente se mosqueó un poquillo cuando a su petición de pasarme por su oficina (está cerca, dijo, aquí en Cornellà) le contesté que estaba en Múnich, así que preferí que no se enterase de que no tenía internet ni Excel.

Entonces lo que hice fue apuntarme en una libreta qué cosas probar y qué cosas buscar en internet e ir dos veces al día al cibercafé. Para la parte del Excel le envío por la noche ficheros a Vito para que los abra en el trabajo y me envíe de vuelta otros por la mañana. El resto del tiempo lo pasaba programando tumbado en nuestro colchón hinchable con el ordenador calentándome la huevera. A veces fantaseaba con qué pensarían los vecinos al verme tecleando en un portátil sentado sobre un colchón hinchable en una habitación vacía. La escena me recordaba al piso franco de la película, precisamente, Múnich. Cuando fuimos a Ikea insistí en comprar un somier reclinable, que ha mejorado mucho mis condiciones.

Y todo iba más o menos así hasta que una mañana la pantalla mi ordenador murió y tuve que volver a empezar el programa en el ordenador de Vito. En estado de alerta máxima, la rutina en los días siguientes fue: despertarse, programar, visita al ciber, comer, montar muebles de Ikea, saludar a Vito, programar, visita al ciber, dormir.

El ordenador de Vito funciona siempre algo mal, y nunca tiene lo que uno necesita, sea lo que sea. Por ejemplo, su Firefox no deja instalar extensiones nuevas, lo que me dificultó bastante programarle una extensión. Tampoco tiene música. La compañía la aporta pues una planta de albahaca que compré en el super por dos euros.

Por suerte encontré un programa que hacía prácticamente lo mismo que ellos querían y conseguí que accedieran a comprarlo y yo les redactaría el manual y ejemplos explicativos a cambio de cobrar algo menos. Como no era perfecto, hice un segundo programa para acabar de arreglar el resultado del que han comprado. También me han pedido uno nuevo para sacar las direcciones de correo automáticamente a partir de listas de nombres de empresas.

Últimamente las cosas van algo mejor. Traté de arreglar el ordenador. Primero hablé con el servicio técnico español, donde me enviaron a hablar con los alemanes. Los alemanes respondían a las descripciones largas de mi problema diciendo que era de Windows (?) y que era cosa mía. Al final les convencí con la siguiente descripción del problema: "Mein Bildschirm ist schwarz. Immer. Von Anfangen zu Ende" (Mi pantalla es negra. Siempre. De principio a fin). Finalmente ayer me trajeron a un alemán a casa para arreglármelo. Qué hombre. Un tipo vestido con un jersey de abuelo de lana verde, de facciones grandes, con el arco de las cejas muy prominente y unas manazas de cortar troncos que iba desatornillando a toda velocidad de la forma más sistemática que se puede imaginar. Recordaba fuertemente a las películas del ejército, cuando el sargento ordena que desmonten y monten el arma cronómetro en mano. Era imposible no imaginárselo hace 65 años con un casco nazi desencasquillando su MP40 sobre la nieve. Tardó en desmontarlo absolutamente todo, cambiar la placa madre y volverlo a montar unos diez minutos. Se despidió con un "Servus, Herr Nacho" y apuntó en el recibo "El cliente está contento" (Kunde ist zufrieden). No lo sabes bien, amigo protonazi.

Un día volví del cibercafé y descubrí que la compañía de internet nos había dejado el router. La solución a mis problemas. Con gran alborozo estuvimos descifrando durante toda la tarde el manual para instalarlo en alemán. En vano. Al final desciframos en una carta adjunta que hasta el día 23 no nos darán de alta.

He encontrado una oferta de trabajo cerca de casa y exactamente de lo mío en una empresa en la que además parece que buscan gente que hable español (hacen programas para aprender idiomas). No he escrito aún porque mi currículum estaba en mi ordenador y porque necesito internet para prepararme la entrevista. Por otra parte, acabo de ver que he cobrado de la gente del SPAM el primer pago. El meñique que me jodí en bici sana bien y ya casi no me duele al teclear. El futuro pinta bien.

Así que ahora, con ordenador, esperanza de internet, y todos los muebles montados, escribo esto mientras me como una Bratwurstchenken Fränkische Art caducada aromatizada con albahaca. Como dicen, las fechas de caducidad son para asustar a las madres.

Ahora voy a guardar esto en el pendrive y lo publicaré cuando vaya al ciber. ¡Salud, españoles!

9 comentarios:

Daniel dijo...

Desde luego, dais los dos miedo...

Me alegra ver como el camino del Zen te ha dotado de una paciencia sobrehumana, sólo superada por la de Lady Ada y sus números de Bernoulli. Aunque si lo hubieras hecho con Cake no hubieras tenido tantos problemas, mira que te lo habré dicho veces...

"Sí... claro... ahora mismo me paso por Cornellá".

Salud, alemanes!

Unknown dijo...

Vaya tela!!habras podido tener más complicaciones? me he agobiao y to al leerlo!!Bueno, pero si te han pagao es que al final fue bien;)

Vix dijo...

Yo comentaría algo sobre la peculiar vida de El Otro estas dos semanas... pero acabo de llegar al curro (14.40), voy un poco ciega, y tengo que hacer un par de cosas que requieren no ir ciego... Así que tengo algún problema por resolver... Luego os cuento...

Anónimo dijo...

Nah, en general me lo he pasado bien, pero ha habido un par de incordios gordos.

Lo de Lady Ada y Bernoulli lo miraré en la próxima visita al ciber, que se me acaba el tiempo.

Eso me faltaba, hacerlo en Cake... hombre, por lo menos un problema se hubiera solucionado, porque como hay menos documentación por lo menos uno sabe que aunque tuviese internet no cambiaría nada.

Salut!

Anónimo dijo...

¡A las 14:40! y yo que creía que te habías reformado y te levantabas temprano, acostándote temprano y todas esas cosas. Eso ha sido culpa de El club del pollo negro, seguro.

Anónimo dijo...

Por cierto, soy Irene. Es que no me deja registrarme el bicho este porque mi cuenta ya existe. Y por otro lado no me deja entrar con mi cuenta.

Besos

Vix dijo...

Hola, Ire :)

Jeje, no, no... no fue culpa del Pollo Negro. La razón es más inocente, aunque más sorprendente también. Cuando tenga un ratillo lo cuento, a ver si manayana en el trabajo... o el finde. Qué ganas de tener Internet en casa, el día 23 creo que nos lo ponen.

(Puedes elegir la opción "Nombre/URL", y poner tu nombre, sin necesidad de registrarte)

Anónimo dijo...

Irene, tienes una solución: comenta eligiendo "Nombre/URL" y te dejará elegir un nombre que poner sin registrarse ni nada.

Anónimo dijo...

Ups, hemos escrito a la vez :P